En
Venezuela, muy pronto se celebrarán elecciones presidenciales y la campaña
electoral, a medida que pasan los días, agudiza el contraste partidista que se
vive en el país, ayudado por el fanatismo popular que tanta fama nos ha dado a
los latinoamericanos.
No
me interesa repetir por qué no quiero votar en Capriles ni mucho menos por qué
no lo haré por Chávez. He dicho todo lo que había que decir en este blog y en
los debates varios en la red. Lo que me lleva a reabrir el tema de las
elecciones venezolanas es la cantidad de mensajes en contra de los
abstencionistas; mensajes que empezaron siendo un llamado de atención para
hacer conocer la importancia del voto a aquellos indecisos o desinteresados por
política, y que luego se ha deformado a una especie de ataque personal o
insecticida, derivando el discurso a puntos tan extremos y ridículos que han
comparado, a nosotros los que hemos decidido no votar, peores que los secuestradores o los asesinos y, por supuesto, peores que los chavistas. En este último
caso, insultando tanto a aquellos que creen en este proceso y a nosotros, los
que no creemos en el de ellos ni en éste. Es decir, lo de votar se ha vuelto
otra maña que deriva a la exclusión, yendo contra todo tipo de democracia
básica, y no se dan cuenta que es precisamente allí, en esos tipos de
comportamientos incívicos y populistas, donde nuestra sociedad decae.
Los
venezolanos son cómodos y olvidan demasiado fácil. En el país al norte del sur
nada se construye pensando en la eternidad sino en el bienestar inmediato. Eso
es porque los individuos de nuestra sociedad no conciben la vida en sociedad,
sólo viven en burbujas, separados por paredes o rejas, detrás del lujo
momentáneo y apuntando el dedo contra quien caiga. Ayer nos decían que teníamos
que abstenernos y que si votabas le dabas el voto a los chavistas y eras un
vendepatria. Hoy la piedra es contra quienes no quieren votar, sin importar la
razón que tengan, porque en nuestro equivocado concepto de la democracia, el
debate no existe, primero está el prejuicio y nunca ponernos en los zapatos del
otro. ¿Desde cuándo el voto te da la superioridad moral para irrespetar la posición
del otro? ¿De verdad has hecho tanto por tu país porque te tiñes el dedo de
morado y lo pones en Twitter? ¿Y el resto del año qué?
Pero no me fui. Seguí
porque también conocí gente muy buena, con sus vicios, pero de buen espíritu.
Tristemente, una serie de hechos terribles me hicieron tomar un avión lejos de
Venezuela y gracias a internet seguir todo lo que ocurre y buscar formas para
ayudar, así sea de lejos. Porque ayudar a un país no es cambiar un presidente
ni echar un voto en la urna. Esas son cosas buenas pero no definitivas. Un país
se cambia promoviendo la cultura, mejorando nosotros mismos en la manera en
cómo actuamos como personas con los demás y en solitario; en la forma en cómo
debatimos y aceptamos ideas que no nos gustan, defendiendo nuestras ideas sin
caer en el insulto ni perder la cordura, ni tampoco caer, como han hecho los
dos candidatos actuales a la presidencia, en el populismo barato y la
teatralidad.
No se
trata de darle like a algo, de decir que te gusta lo nacional. Se trata de exigir
excelencia donde sea que vayas. No es antipatriótico si te parece que lo que
estamos haciendo es una mierda, siempre y cuando argumentes tus críticas, pues
las opiniones tienen el problema de que todos pueden tener una.
Celebro
que haya elecciones pues si queremos vivir en una democracia, ha de ser así. También
celebro el llamado a votar masivo por parte de todos los bandos porque creo que
el vagueo intelectual es tan malo como usar el voto como farándula. No creo en
aquellos que no votan porque no les da la gana o que no les interesa lo que
ocurre en el país, pues, la política debe preocuparnos a todos los ciudadanos y
en función a lo que creemos correcto tomar decisiones, no por pereza ni mucho
menos por amargura.
Sin
embargo, ateniéndome a las reglas, invito a todos a ejercer su derecho a la
democracia, votando por Chávez, por Capriles o no votando, porque también esa
es una forma de participar, y no te sientas culpable, amigo abstencionista,
mucho más culpable te sentirás si, como yo, hubieses votado por el payaso de
Rosales, o por decir a viva voz por quién vas a votar, olvidando que el voto es
un derecho que ha de celebrarse de forma secreta. No, no te sientas culpable de
no querer participar en el circo. Los más cuerdos reaccionarán después de las
elecciones y lo olvidarán todo rápidamente, gane quien gane, y los otros
encontrarán a otro grupo para odiar porque no olvides que no es el Presidente
quien nos ha separado como sociedad. Él no es más que el reflejo vivo de
aquello que somos. Si quieres que cambien las cosas, haz algo que realmente
edifique, no le dejes todo el trabajo a una persona ni mucho menos a un voto
pues, el voto elige una persona para
representarnos. Si nuestro comportamiento sigue siendo igual, aunque la
persona cambie la representación será
igual.
Yo
soy venezolano y también soy italiano, he nacido en Italia, he crecido en Venezuela y he vivido en España. He sido feliz en muchos
lugares del mundo y con muchas personas, y lo sigo siendo. Al igual que me
importaba un bledo las exclusiones de Chávez de quién era venezolano y quién
no, me importan un bledo estas nuevas exclusiones. No me afectan pero me
preocupan, por aquello de que el chavismo no es una manera de hacer gobierno
actual sino una respuesta demasiado elocuente del venezolano actual.
Es
triste estar lejos de la tierra y mucho más triste no saber dónde está la tierra ni qué es la tierra. El complejo del
emigrante, en esta esquizofrenia patriótica, es duro pero no por no querer ser
parte de un juego, uno no valga. ¡Todo lo contrario!
yo creo que hay que votar por Chavez para no pelar bolas =) A mi esta vez no me joden! coño, si ya sabemos que va a ganar para qué culos molestarse en llevarle la contraria #HayUnCamionLlenoEPlataPaMi =)
ResponderEliminarJajajaja bueno, esa es otra opción. Bonita campaña la de HayUnCamionLlenoEPlataPaMi, aunque poco original, me parece que te va a funcionar.
EliminarTanto que se criticó en epocas pasadas al bipartidismo adeco-copeyano, para terminar cayendo en lo mismo, pero más radical y polarizado. Definitivamente que la mayoría de los venezolanos tenemos memoria corta.
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