Lo
ocurrido en Madrid esta semana ha sido la confrontación a carne viva de
aquellos que creen y defienden la democracia contra aquellos que defienden el
poder a toda costa. España es un país muy joven en cuanto a conceptos
democráticos, lleno de sangre e injusticias, que había conseguido la libertad y
estaba recuperándose de la gran resaca del fin del franquismo para encontrarse
que los años de la fiesta había que pagarlos. Los políticos más pillos,
ayudados por economistas sin escrúpulos, pensaron que aquella factura podría
pagarla el pueblo, y pasar desapercibidos. Afortunadamente, se equivocaban.
Los
españoles jóvenes, los pensionados, los de mediana edad, han salido a la calle
para rodear el Congreso, para demostrar que son muchos más los que se dan cuenta
de que sus políticos no quieren otra cosa que un bienestar individual, para
demostrar que lo del 15-M, a pesar de todo el descrédito que muchos incrédulos
le dieron, no era un evento social para pasar la tarde sino la respuesta clara
y concisa de que la gente quiere hacer vibrar la calle y que se escuche al
pueblo para que se ofrezcan soluciones acordes a ellos.
El
gobierno de Rajoy, ignorante en materia de sociología, política y evidentemente
en economía, decidió detener esta espontánea democracia que corre en las venas
de la gran mayoría de los españoles, con el abuso de poder, enviando policías
que intimidaran e infiltrando saboteadores entre los manifestantes para poder
atacar salvajemente a los ciudadanos que ejercían su derecho, anotando así otra
contradicción más en esta España democrática comandada por fascistas, un Estado
de derecho que le permite excesos a la Monarquía e influencia en las decisiones
políticas.
Estoy
feliz de esta inmensa mayoría que demuestra que la democracia, en España, está
intrínseca en los ciudadanos, así como la libertad y la igualdad, pues mi
experiencia me ha demostrado que es éste un pueblo de gente buena, peperos o
socialistas, anarquistas o flipados, todos tienden la mano y no creen que la
delincuencia deba ser una forma de gobernar.
No
me sorprenden las mentiras de Rajoy ni los discursos antidemocráticos de su
gobierno, pero sí aquellos uniformados, policías que han elegido como vocación
hacer respetar la ley en función de los ciudadanos, para poder construir una sociedad
más justa y plural. Me avergüenza este cuerpo policial pues, no todos pero sí
en su mayoría, a diferencia de los ciudadanos, no quieren vivir una democracia
y prefieren respetar las órdenes como perros, sean cuales sean, desde apalear a
una joven en el suelo hasta entrar en la Estación de Atocha disparando balas de
goma para sembrar el pánico.
España
entra, bajo contexto histórico, en un relativo ’68. Es tan crítico este momento
a nivel económico, político y social que lo único que puede ocurrir es que el
gobierno se quite la máscara de demócrata y declare un Estado de sitio para
seguir causando miedo y manipulación en sus ciudadanos, o que se respete el brío
de todos estos millones que siguen en las calles, pidiendo un cambio que
beneficie a todos y aplique la justicia a los criminales y no a aquellos que
defienden la libertad.
Por ello les lanzo mi apoyo, a ustedes los demócratas, los manifestantes que se niegan a tener miedo, porque es un momento de pulso contra los injustos, donde la perseverancia de la protesta, provocará un cambio inimaginable.
Giulio Vita
No hay comentarios:
Publicar un comentario