El trabajo de un artista es,
muchas veces, mal pagado y mucha gente no toma tan en serio ciertas profesiones
por considerarlas “fáciles”.
Es frustrante que tu amigo
ingeniero no entienda que tú “de tus dibujitos, videítos, cancioncitas” tienes
que comer y pagar un alquiler como todo el mundo y esas cosas también llevan
tiempo y dedicación.
Todo eso es cierto y lo
comparto. Pero también es verdad que un verdadero artista necesita crear más allá de tener estabilidad, y así, en el momento
en que decidimos dejar de hacer cosas “porque no me pagan lo que es mío”,
estamos yendo en nuestra contra.
He visto muchos proyectos
(películas, discos, colectivos) dejar de existir tan rápido como empezaron
porque consideraban que no moverían un dedo sin antes ver el dinero, y esa no es
una solución. Hay que ser más inteligentes y buscar de la crisis soluciones
ingeniosas, cosechar ahora que no hay dinero pero sí espacios y sobre todo
mucha sed de cultura, para en un futuro recoger los frutos.
En estos tiempos de recortes
y diputados mandando al pueblo a joderse, además de velar por nuestros derechos
como artistas, debemos velar por nuestros deberes, no sólo en lo profesional
sino también en lo visceral.
El artista debe crear, ante
cualquier situación, para resolver su inquietud interior y para compartir con
sus semejantes la obra, con la finalidad de enriquecerlos y así crecer. No
olvidemos que el artista, más introspectivo o menos, no deja de ser gregario.
Necesita de su sociedad para entenderse a sí mismo y para aceptarse en el gran
drama de la humanidad.
Las resoluciones empiezan por
nosotros mismos y no sólo escribiendo un estatus de Facebook o Twitteando
nuestro desacuerdo (cosas que están muy bien), sino también explorando nuestras
capacidades artísticas en el terreno árido de la violencia o la incultura,
porque son los pintores, los escritores, los músicos, los cineastas quienes
tienen el poder de incidir de manera tal en el mundo como para hacerlo cambiar
de rumbo.
Los artistas rescatan la historia
de aquellos que intentan modificarla, culturizan a aquellos que no tienen una
educación decente y a aquellos que sí la tienen pero no la aprovechan, se
empeñan por explorar las fronteras de nuestras capacidades creadoras como raza
y nos acercan mágicamente, en un poema, en una canción, en una película o en un
dibujo a la universalidad del ser humano, haciendo un mundo más justo y
hermoso, en donde todos tenemos el mismo acceso.
El deber no es sólo crear
sino hacerlo desde la búsqueda y la excelencia, porque, como profesionales que
somos, debemos usar el talento con rigor y disciplina, sin jamás las fronteras
de la mediocridad. No importa el medio sino el contenido. Por ello invito a que
rodemos películas con Iphone o Canon, poniendo entre todo el equipo el
presupuesto y estrenándola en bares para la gente, siempre teniendo en cuenta
cuidar todos los detalles; invito a que escribamos blogs, en redes sociales,
publiquemos un libro y ofrezcámoslo a los amigos de nuestros amigos; invito a
que grabemos discos en casa y los pongamos on-line y hagamos conciertos donde
sea; invito a que dibujemos las paredes tristes de las calles y pongamos
nuestros cuadros en los rincones de la ciudad, para que todos puedan verlos y
alegrar los días.
No es idealismo tampoco. Podría
ser una especie de marketing, si quieren verlo así. El dinero ya llegará y
quien haya sido fiel a sí mismo y riguroso con su trabajo, obtendrá su
merecido, o tal vez no. Mas el hecho de estar en casa, sin hacer nada, ni
siquiera permite esa duda. Y por otro lado, si no llega el éxito comercial,
como artista habrás crecido a pasos de gigante.
Hagámoslo bien y no nos
quedemos con nada qué envidiar a los trabajos de las grandes empresas. La verdadera
revolución está en no dejar de crear y difundir el arte en la que creemos, y
por eso es tan buena esta última democracia llamada Internet.
Giulio Vita
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